LO QUE NO BORRO EL DESIERTO

Luis L&oacutepez Peralta era concejal de un pueblo de La Guajira. Denunci&oacute por corrupci&oacuten al alcalde Kiko G&oacutemez, que era su aliado pol&iacutetico, y se postul&oacute para sucederlo. Todo parec&iacutea indicar que L&oacutepez ser&iacutea elegido por los votantes, pero antes fue asesinado. En la poblaci&oacuten era un secreto a voces que el alcalde hab&iacutea ordenado su muerte y aun as&iacute tuvo el cinismo de cargar el ata&uacuted y homenajearlo en su funeral. G&oacutemez se convirti&oacute en uno de los hombres m&aacutes ricos y poderosos del norte del pa&iacutes. Lleg&oacute a ser gobernador de La Guajira y, como si fuera un se&ntildeor feudal, dispon&iacutea de las vidas y bienes de los ciudadanos. Diana L&oacutepez Zuleta ten&iacutea diez a&ntildeos cuando mataron a su padre. Creci&oacute sin &eacutel y con el dolor de ver la impunidad que rodeaba su crimen. Estudi&oacute periodismo impulsada por la idea de investigar el homicidio y conseguir que el autor intelectual fuera juzgado y condenado. Diecis&eacuteis a&ntildeos despu&eacutes del asesinato, la Fiscal&iacutea se apropi&oacute del caso e incluy&oacute la investigaci&oacuten de la periodista. Lo que no borr&oacute el desierto reconstruye la historia del concejal, su homicidio y el de otras v&iacutectimas. Su propia hija contribuy&oacute al esclarecimiento de la muerte, por lo que recibi&oacute amenazas contra su vida y seguimientos, y fue la &uacutenica de la familia que enfrent&oacute a G&oacutemez en el juicio. El pol&iacutetico fue condenado con la pena m&aacutes alta que se la ha impuesto a un funcionario p&uacuteblico en Colombia.